Desafortunadamente como era cierre de mes, la reportitis se incrementa y tuve un día pesadísimo en la oficina. Aparte cayó un diluvio en San Mateo Atenco y se hizo un tráfico densísimo. Así pues tuve que ir recorriendo la hora de la cita. Después de pasar una odisea consiguiendo taxi, llegué mojado a la casa y un minuto después llegó Iván.
Al poco rato llegó Cristian, estuvimos platicando un rato de videojuegos y jugamos Guitar Hero II. Como los tres ya lo habíamos jugado pues como que no fue tanta la novedad. Y entre plática trivial y jugando por rutina, surgió un comentario mágico que dio un giro total a como se suponía iba a ser la tarde.
Si leen los blogs de Cristian e Iván ya sabrán lo de los nachos y la indio. Así fue como dio inicio una tertulia delicatessen. El vino fue un grato descubrimiento. Generalmente en los vinos también aplica la máxima "entre más caro, mejor". Ese encanto de comprar una botella guiándote por tus institntos para ver si resulta excelente tiende a convertirse en falacia.
Sin embargo, esta ocasión fue especial. El vino, tinto, cosecha 2005, originario de Rioja, España. Comprado en City Club. A la vista colores primarios, con tonos amoratados. A la nariz maderas secas. De sabor seco bien estructurado, con recuerdo a frutos rojos y de final largo.
Lo mas increíble, el precio. $68.00 pesos. Tuve muchísima suerte al escogerlo. Otros vinos de categoría similar han sido decepción tras decepción.
Es curioso, cuando mencioné el vino creí que dirían que no y sin darme cuenta ya había descorchado la botella y brindamos por el gusto y por el vino mismo. Así fue como comprobé que el vino aparte de disfrutarlo con los 5 sentidos, se disfruta más con los amigos. Y claro, no podía faltar el delicatessen que ultimamente ha estado presente en las tertulias que ofrezco a mis amigos. Bueno, hasta ese momento solo habían sido a Mario y Johana.
Haciendo alarde del hedonismo puro que me caracteriza, les presenté un queso azul tradicional danés, paté de pato al armagnac, queso feta en aceite de oliva, aceitunas negras y finas hierbas, pan negro, pan de centeno, queso crema, jocoque al chipotle y los reyes de la tarde, unos sucedáneos de caviar negro y rojo que conseguí gracias a mis contactos.
Me sentí raro dando la explicación, de los sabores, de la forma de servirlo, de las características, etc. creo que es porque por primera vez me tomaron en serio y no se burlaron de mi fatuo intento por forjarme gustos refinados.
No a cualquiera le gusta el caviar, dije. Más sorprendido quedé con lo que me dijeron cuando lo probaron, a pesar de sus paladares noveles tienen madera de catadores y degustadores. He de confesar que a mi me tomó un tiempo acostumbrar mi paladar para identificar los sabores individuales y más para discernir un buen maridaje.
Maridaje es lo que se lleva bien con un vino. Una especie de matrimonio que realza los sabores uno del otro. Ciertamente no los modifica, sino los intensifica, clarifica y realza. Y claro, no podía faltar la música, ¿qué más se puede pedir cuando en una buena conversación se añade el delicatessen y una melodía de fondo para armonizar la convivencia?.
Le Quattro Stagioni di Antonio Lucio Vivaldi. Lo sé, soy un cliché con patas, escogí el opus 128 a propósito pues el allegro non molto era más adecuado que el allegro non tropo para la ocasión, he he he.
Ok, eso anterior si fue un chiste, snob, yupi o como prefieran, sacado de las entrañas de Frasier, jajaja. Solo puse La Primavera y ya. Para dar paso a la 6ta. y 9na. Sinfonía de Beethoven. La 6ta. la puse porque es lo que ponen al final de la película Cuando el destino nos alcance (Soylent green, 1973), donde el protagonista se la pasa gritando "soylent green it's people! soylent green it's people!" y nadie le hace caso.
La 9na. por La Naranja Mecánica (A Clockwork Orange, 1971), cuando le estan lavando el cerebro al personaje principal, imágenes de guerra con himno a la alegría de fondo, una obra maestra.
Como buena tertulia que se precie de serlo, la plática duró y duró, amena, fluida, interesante y agradable, hasta tarde. Sólo para dar paso a una ofrenda al dios coqueus con un brindis de coca-cola para limpiar el paladar. Si, ya pueden aventar las bolas de papel.
Mejor tarde no pudimos pasar.
Después salió la idea de hacer una tertulia de té. Conocer el breakfast english, el prince of wales, el darjeeling, el negro y mi favorito, el earl grey, las diferencias con las infusiones frutales y ver cuales se toman con leche y cuales con limón. ¿Alguna otra sugerencia?
Ahora Iván está en Toronto, Rebeca en Southampton y Mariana en Hamburgo. Espero volver a verlos pronto.
A los demás, el día que quieran avisenme y haremos otra tertulia, por el gusto, por aprender, o sólo porque si.
Regocijaos amigos mios, que la bebida y la comida no falten en vuestras mesas. Gozad hoy y afilad vuestras espadas mañana, que la gloria está próxima.