Esta es la continuación de la serie que estoy escribiendo, inicia con
AMLO toma el DF y
AMLO toma el DF segunda parte.
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Juan Bicicleta estaba despertando de su letargo, como buen vampiro que era procuraba dormir toda la tarde, para hacer sus cosas de vampiro toda la noche.
El crepúsculo vespertino iniciaba, justo ese momento en el que el Sol se mete, pero aun hay luz. No es de noche ni de día. Y era la hora en la que Juan Bicicleta despertaba.
Esta noche se sentía con ánimos de alimentarse, con ánimos de jugar con su presa. Se divertía desde el momento en el que decidía si seria un chavillo, un malafacha o una puta. Caminaba lentamente por las oscuras calles de la zona rosa. Viendo con detalle a las personas cuya vida laboral era de 7pm a 5am.
Se carcajeaba para sus adentros, pues las putas en su afán de conseguir cliente, mostraban su material de trabajo, haciendo un voluptuoso alarde de sus atributos. Esto era sumamente complaciente para Juan Bicicleta quien se sentía como niño en dulcería, escogiendo su próxima víctima mientras que los demás solo veían a alguien patético tratando de comprar algo de amor fingido.
Una vez que se decidió por una espatarrada, malsonante, María de la O. Llevola a un callejón oscuro, donde la pobre suripanta sopla pollas cayó bajo el influjo de la mirada hipnótica vampírica.
Así es. Juan Bicicleta no era un vampiro común, de hecho ni siquiera era un vampiro tradicional. El trabajó durante muchos años como técnico en Laguna Verde, la planta de energía nuclear que está en el estado de Veracruz.
Durante todo ese tiempo recibió suficiente dosis de radiación que mutó en una especie de vampiro. Aunque la mutación se dió lenta, fue constante. Dándole tiempo a Juan Bicicleta a asimilar en lo que se estaba convirtiendo, en descubrir sus poderes, producto de la tecnolgía mexicana.
El por qué sólo el mutó es un misterio que quizás nunca se averigüe. Pero lo que más debe preocupar es que a diferencia de los vampiros tradicionales, el si puede sobrevivir a la luz del Sol.
Es por eso que después de haber jugado, torturado disfrutad a su víctima, la abandonó en u basurero de la colonia Doctores, para dirigirse a su humilde trabajo en una lechería liconsa, cerca del Centro Médico Siglo XXI.
¡Buenos días, Juan! -dijo Argel, con ese tonito de humor mañanero con el que esperaba brincarse la fila, no sin recibir arteras miradas de los ahí formados.
Buenos días, Lic. ¿Viene por su leche? -espetó Juan, sin levantar la mirada de las bolsas de dos litros de líquido blanco llenas de lech de soya, pues las vacas desde hace mucho que no producen el valioso jugo lácteo, hecho que permanecía oculto a la ciudadanía gracias a AMLO.
-Si Juan, fijate que traigo algo de prisa, me acaban de hablar de la oficina, parece que encontraron otra víctima del matanocturnos.
-¡¿No me diga que usté'stá'cargo del caso?!
-Si, ¿tu crees? Quesque porque me gusta trabajar de noche.
-¿Y ya tiene alguna pista?
-Pues ando en eso, pero mi tomandante quiere que se maneje de manera muy confidencial. Pero bueno, nos vemos Juanito.
-Nos vemos mi Lic. y cuidese, no sea que en una de esas usté se vuelva víctima del matanocturnos...
-Gracias, ¡nos vemos el jueves!
-Si, ¡a ver si para el jueves ya se forma!, grito una señora, aun con tubos en la cabeza!
-No le grite, que no ve que el es policía sanitario?! dijo otra señora.
No volvieron a decir nada más, la policía sanitaria, antes conocida como salubridad era muy temida, más que cualquier otro organismo guardián del orden público.